En el marco de la cercanía de las elecciones municipales, es común observar cómo los gobiernos buscan destacar sus acciones y obras públicas en busca de votos. Sin embargo, en Plottier, la estrategia parece ser apurar de manera burda y en clara burla a los vecinos, obras que durante tres años han sido abandonadas y dejadas de lado. Esta estrategia no solo revela una falta de seriedad en la administración municipal, sino que también muestra un desprecio por las necesidades reales de la comunidad.

El panorama es alarmante. Calles que durante años se encontraron en estado deplorable, espacios públicos descuidados y problemas básicos sin resolver, de repente se vuelven el foco de una frenética actividad a solo semanas de las elecciones. Esta precipitación no solo pone en duda la verdadera intención detrás de estas obras, sino que también subestima la inteligencia de los ciudadanos, que pueden percibir la manipulación detrás de este juego político.

La burla se hace evidente cuando se considera el tiempo que estas obras han estado en espera. Vecinos que han estado clamando por soluciones durante años ahora se enfrentan a un espectáculo lamentable de maquinaria pesada apareciendo a último minuto para «resolver» problemas que han sido ignorados sistemáticamente. ¿Por qué esperar hasta el último momento para atender necesidades reales de la comunidad? ¿Por qué no priorizar estas obras cuando realmente importaban?

Además de la falta de seriedad en la ejecución de estas obras, la estrategia del apuro deja entrever un deseo de mantenerse en el poder a toda costa, incluso a expensas de la calidad y la integridad de las obras públicas. Los trabajos apresurados y mal planificados pueden resultar en problemas a largo plazo, lo que demuestra que el interés electoral prevalece sobre el bienestar a largo plazo de los vecinos.

La falta de transparencia en la gestión municipal se refleja en esta estrategia. Los ciudadanos merecen ser tratados con respeto y tener gobiernos que prioricen sus necesidades genuinamente en lugar de utilizar las obras públicas como cartas de juego político. Es crucial que los vecinos demanden una administración responsable y comprometida, una que trabaje de manera constante y dedicada por el progreso sostenible de la ciudad en lugar de hacer promesas vacías en tiempos electorales.

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